Marshall Curry es un director estadounidense especialmente conocido por sus documentales, algunos de los cuales ya habían sido nominados a los Oscars anteriormente. Sin embargo, ha sido The Neighbors’ Window, cortometraje de ficción sobre una pareja que se cuestiona su vida al entrar en la mediana edad, la cinta que le ha valido el premio de la Academia. A pesar de tratarse en esta ocasión de una obra de ficción, se nota la experiencia documental del realizador. Los ritmos son lentos y la narrativa bebe de esa forma tan didáctica de contar.
Jacob y Alli son una pareja que está entrando en la madurez al tiempo que cuida a tres hijos pequeños, viven el estrés de la crianza y del trabajo. Empiezan a cuestionarse sus vidas cuando ven a una pareja joven instalada en el piso de enfrente. Lo que nos recuerda a La ventana indiscreta de Hitchcock, puesto que los protagonistas comienzan a observar compulsivamente a sus vecinos. Fiestas, sexo y una vida mucho más despreocupada les hace cuestionarse su vida rutinaria, sus responsabilidades y el paso del tiempo.
La propuesta es sencilla pero correcta. El giro final (que no desvelaré) consigue sorprender al espectador rompiendo sus expectativas. Sin embargo, se echa de menos algo más de complejidad y creatividad. El drama es coherente y sabe transmitir el mensaje, pero no cuestiona ni rompe con nada, pues recurre a lo que ya todos conocemos. Los diálogos y la fotografía, por el contrario, tienen una construcción mucho más lograda. Los diálogos están escritos con cuidado, son creíbles y emotivos sin ser efectistas ni grandilocuentes. La fotografía, por su parte, es limpia y destaca en el uso de la profundidad de campo. Los personajes están bien desarrollados para los veinte minutos que dura la película, con un arco bien definido y una evolución perfectamente congruente.
Su simplicidad, sin embargo, es un gran ejemplo de una de las reglas de guion más ignoradas en el mundo de los cortometrajes: exponer perspectivas contrarias al mensaje final del cortometraje. Me explico. Vemos cómo los personajes envidian la vida desenfrenada de sus vecinos más jóvenes. Como he dicho, no voy a desvelar el final, pero el hecho de mostrar esta perspectiva diferente, de entender la postura contraria, es necesario para que tenga impacto la idea que se defiende en el filme.
The Neighbors’ Window es una historia sobre la vida, sobre todas las vidas normales de la gente corriente. Rechaza las aspiraciones inmaduras y la añoranza de la juventud pasada. Todo oficinista detesta en algún momento su trabajo de nueve a cinco, pero si vuelve a ir día tras día es porque quizá, romper con esa rutina y perseguir sueños vacíos es más una quimera de quinceañero que una búsqueda real. Recomiendo verlo, especialmente a aquellos que estén pasando por una crisis existencial. Ningún sueño es tan importante, todos se pierden en el polvo.
El cortometrajea ganador del Oscar 2020 se puede ver íntegramente en YouTube, eso sí, únicamente está disponible en inglés.
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